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Pues bien. El día 26 me avisaron de que ya había llegado a la campa de Santander mi accesorio favorito para el móvil y que, en un par de días, estaría en el concesionario. Cuando llegó el momento le dije a mi mujer por Skype que ya había llegado el coche y, como me conoce bien, me preguntó: “¿Irás a toda pastilla a verlo, no?”
¡Pues claro! ¡Cómo no iba a ir! Estaba preparado a teclear una respuesta cuando en mi pantalla apareció una solicitud fatídica: “Mándame una foto, pss”
¡Buenooo…! Para los que no estéis al corriente, en su día encargamos el Ateca en color Azul Mediterráneo, porque en rojo –que era el color que le gustaba a ella- había desaparecido de la carta de colores de Seat. Pero al cabo de un par de semanas volvió a estar disponible un misterioso Rojo “Velvet”. Así que, sin que ella lo supiera, modifiqué el pedido para darle una sorpresa el día de la entrega. (Si alguien tiene curiosidad por conocer el episodio en profundidad, lo detallé aquí más detenidamente: Cambio de color "in extremis" y a la "chita callando" )
¿Qué podía hacer? ¿Ver mi coche y decirle que me había quedado sin batería en el móvil y que por eso no había podido sacar fotos? ¿Sacarlas de otro Ateca azul, si es que estaba disponible? ¿Qué iba a pensar el comercial si me enseñaba un coche y yo me ponía a fotografiar el de al lado? Finalmente la propuse esperar hasta la tarde y que viniese conmigo a verlo. Total, qué más daba recibir la sorpresa un día que otro…
Llegamos al concesionario y mi comercial estaba de vacaciones, así que nos atendió un tío majete que afirmó:
–Ah, sí… es un Ateca Rojo, ¿Verdad?
–¡No, rojo no! Qué más quisiéramos… es azul… –respondió mi mujer antes de que yo pudiese meter baza.
–Nooo. Yo aquí ten…
En ese momento, empecé a pegar saltos detrás de mi mujer, guiñando el ojo al comercial y asintiendo convulsivamente mientras sonreía con cordialidad exagerada. Vi como le salía, en la frente, el reloj del Windows. Se había bloqueado y no conseguía reiniciar. Seguro que dudaba de si estaba intentando seducirle o si, por el contrario, era simplemente un maniaco bipolar. A gente peor le habría vendido un Seat. En aquel momento apareció un destello de lucidez en sus ojos y dijo:
–Sí, sí, eso. Me he equivocado… er… aquí está. Azul mediterráneo.
Nos hizo esperar un instante antes de ir al sótano a verlo. Yo dudé. No sabía si estaría interrumpiendo las vacaciones de mi comercial para preguntarle qué era eso del baile de colores, o directamente llamando a seguridad. O a la Ertzantza. El caso es que volvió sonriente y nos acompañó hasta donde guardan los coches recién llegados. Ahí empezó la fiesta.
Al bajar vimos que había varios rojos y que, curiosamente, eran del tipo “pasión”. Además había un par de blancos y un azul mediterráneo. Mi mujer se dirigió hasta éste último muy decidida. El comercial le dijo: “ese no es, ese ya está preparado” El hombre, intentaba buscar el número de bastidor entre los rojos y mi mujer le decía:
–Ese no, hombre, que es rojo. ¡Ya os podíais haber confundido!
–Ay, sí. Es verdad. Esperad un momento, que aquí parece que no está. –y mientras afirmaba esto, miraba de reojo el número de bastidor de otro encarnao– Voy a buscar la ficha, que la tengo arriba.
–Jo, es injusto que nos pasen por delante de las narices tantos rojos- me dijo mi mujer cuando salió el comercial. –¿Te imaginas que se hayan confundido y nos hayan traído uno rojo?
Al cabo de unos instantes volvió con unos papeles en la mano y nos llevó más al fondo de aquel sótano. Llegamos frente a un Ateca Rojo Velvet, miró el bastidor en el cristal y dijo sin más rodeos:
–¡Éste es el vuestro!
–¡Que no, que el nuestro es azul!
–Pues será azul, pero éste es el vuestro.
Ya para cuando mi mujer me miró vio que me estaba partiendo de risa y le tuve que explicar que en su día cambié el pedido. Estaba encantada. Bueno, de hecho lleva toda la semana encantada. Es más, creo que le hubiese valido cualquier coche, con tal de que fuese rojo.
La verdad es que yo también quedé contento. Tenía miedo de que no me gustase el coche pero me encantó el color. Es menos rabioso que el pasión, más tirando a cereza, y saca contrastes entre rojo y granate en función de cómo incida la luz. Y eso que lo vi bajo una fluorescente. En la calle , bajo el sol, tiene que ganar un montón. De hecho, es muy parecido al de mi moto, el rojo lava de Yamaha, así que harán juego en el garaje.
Lo demás, lo normal: intentas verlo por dentro pero es imposible porque tienes una hija pequeña con capacidad de estar en todos los asientos, en todos los momentos, tocando todos los mandos y usando todas las palabras al mismo tiempo. Así que te conformas con hacerle un par de fotos para, ya luego, mirarlas con más detenimiento en casa.
De lo poco que recuerdo del coche es que me sorprendió gratamente que, al haber pedido el doble suelo en el maletero, viene forrado también con moqueta en toda la zona de la rueda de repuesto, por lo que está mejor acabado e insonorizado. También me encantó la manera en la que sale la bola de remolque eléctrica.
El resto será parte de otro capítulo cuando vaya a recogerlo, y otro más cuando ya lo haya probado. Aprovecho ahora el honor –creo- de ser el primero de subir unas fotos de un Rojo Velvet a esta sección, para gozo de los que, como yo, lo hayan elegido sin tener ni (“piiiip”-uta) idea de qué pinta tiene ese color. Creo que no va a decepcionar.
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Falsa como un billete de euroFelicidades. ¿ Y esa matrícula??