El mio se ha ido de vacaciones sin mi a Denia.Yo me lo he llevado a Denia, por cierto aquí ya he visto unos pocos curiosamente
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El mio se ha ido de vacaciones sin mi a Denia.Yo me lo he llevado a Denia, por cierto aquí ya he visto unos pocos curiosamente
El mio se ha ido de vacaciones sin mi a Denia.
Mi coche anterior pasaron tres meses entre que lo pedí, lo fabricaron y me lo entregaron. No era un coche muy habitual. Concretamente era un Jaguar. Sin embargo recuerdo que, durante la espera, alcanzaba a ver tres o cuatro cada semana y los seguía con la vista hasta que desaparecían en un cruce o en una rotonda. Si íbamos por autopista me pegaba a su culo y allí me quedaba durante kilómetros hasta que me aprendía el más insignificante de sus detalles...
Hace dos semanas que me compré el Ateca. ¿Qué habéis hecho con ellos? ¿Dónde 00 los tenéis metidos? ¿Tenéis miedo de que os los borre, a fuerza de ojearlos? Son absolutamente imposibles de localizar. No he visto ni uno solo. ¡Ni uno! Y los busco como un poseso. ¡Egoístas! Hay que compartir.
Os imagino con ellos -codiciosos y suspicaces- en el garaje, protegiéndolos de la luz solar y de las bacterias; quitándoles los restos de chicle de los canalillos de las ruedas; lamiéndoles el aleteado del radiador del aire acondicionado para sacar la suciedad de los rincones más recónditos; echando vaho en los retrovisores, antes de rozarlos tibiamente con una recién estrenada gamuza de microfibra, por su capa de pintura impoluta; pasando -con cuidado- el dorsal de la mano sobre los acabados piano black del salpicadero para eliminar las motitas de polvo que lo desvirgan; extrayendo, con la meticulosidad de un psicópata, las piedrecillas que se han quedado sobre las alfombrillas después del último y fugaz paseo; husmeando todo el olor a nuevo de cada uno de sus más impúdicos rinconcillos, abriendo y cerrando, embobados, el portón trasero una y otra vez, como si no lo hubiese hecho el hombre; poniendo direcciones absurdas en el navegador para ver cuánto se tardaría en llegar a Canberra desde vuestro barrio; flipando con la iluminación led de las puertas como si os acabarais de engullir un tripi; arrodillados mientras pasáis una linterna por sus intestinillos para ver dónde golpeó aquella maldita piedrecilla que se cruzó en vuestro camino, haciendo la maldita sombra chinesca del conejo en la luz de bienvenida de los espejos retrovisores... y siento asco.
¡Sinvergüenzas! ¡Sacarlos un poco a pasear, hombre, que lo que no se usa se atrofia. ¡Hacednos a los demás un poquito más breve la espera! Dejad que os los barramos con la mirada, con la frecuencia de un haz de electrones en un tubo de rayos catódicos. ¡Qué esto no es ni medio normal!, que más que un coche parece una leyenda urbana...
gracias por este post @Laropi , me he desternillado y por cierto , para los aficionados a la lectura ,como yo, he de alabar lo bien escrito que está y la riqueza del lenguaje que usas...jajajjaaja, fantástico....
Por otro lado, ya lo comenté en su día, pero yo sigo viendo 1500 coches al día ( atascazos M40 , túneles del pardo ) y estoy contigo, veo muy muy pocos para los que debería ver, y no es una aldea Madrid precisamente. Si es cierto que ya con más frecuencia se ven , pero a mi juicio veo pocos. Sé que otros compañeros de Madrid si ven con frecuencia, pero yo que sé...debe ser que la zona noroeste de Madrid se la tiene jurada a SEAT. Deben tenerlos todos en Barna, estos pecadores!
Mi coche anterior pasaron tres meses entre que lo pedí, lo fabricaron y me lo entregaron. No era un coche muy habitual. Concretamente era un Jaguar. Sin embargo recuerdo que, durante la espera, alcanzaba a ver tres o cuatro cada semana y los seguía con la vista hasta que desaparecían en un cruce o en una rotonda. Si íbamos por autopista me pegaba a su culo y allí me quedaba durante kilómetros hasta que me aprendía el más insignificante de sus detalles...
Hace dos semanas que me compré el Ateca. ¿Qué habéis hecho con ellos? ¿Dónde 00 los tenéis metidos? ¿Tenéis miedo de que os los borre, a fuerza de ojearlos? Son absolutamente imposibles de localizar. No he visto ni uno solo. ¡Ni uno! Y los busco como un poseso. ¡Egoístas! Hay que compartir.
Os imagino con ellos -codiciosos y suspicaces- en el garaje, protegiéndolos de la luz solar y de las bacterias; quitándoles los restos de chicle de los canalillos de las ruedas; lamiéndoles el aleteado del radiador del aire acondicionado para sacar la suciedad de los rincones más recónditos; echando vaho en los retrovisores, antes de rozarlos tibiamente con una recién estrenada gamuza de microfibra, por su capa de pintura impoluta; pasando -con cuidado- el dorsal de la mano sobre los acabados piano black del salpicadero para eliminar las motitas de polvo que lo desvirgan; extrayendo, con la meticulosidad de un psicópata, las piedrecillas que se han quedado sobre las alfombrillas después del último y fugaz paseo; husmeando todo el olor a nuevo de cada uno de sus más impúdicos rinconcillos, abriendo y cerrando, embobados, el portón trasero una y otra vez, como si no lo hubiese hecho el hombre; poniendo direcciones absurdas en el navegador para ver cuánto se tardaría en llegar a Canberra desde vuestro barrio; flipando con la iluminación led de las puertas como si os acabarais de engullir un tripi; arrodillados mientras pasáis una linterna por sus intestinillos para ver dónde golpeó aquella maldita piedrecilla que se cruzó en vuestro camino, haciendo la maldita sombra chinesca del conejo en la luz de bienvenida de los espejos retrovisores... y siento asco.
¡Sinvergüenzas! ¡Sacarlos un poco a pasear, hombre, que lo que no se usa se atrofia. ¡Hacednos a los demás un poquito más breve la espera! Dejad que os los barramos con la mirada, con la frecuencia de un haz de electrones en un tubo de rayos catódicos. ¡Qué esto no es ni medio normal!, que más que un coche parece una leyenda urbana...
Yo también frecuento rutinariamente el asfalto del Paseo homónimo del afamado otrora licor con sabor a anís, y pasan semanas y semanas sin ver otro que no sea el mío cuando me bajo de ello.
Y eso que, como podéis suponer, por El Foro se pueden avistar un puñao de cuatriciclos a diario.
Vivo en una casa que está en un alto, al final de una calle muy empinada. A eso de las 7:30 de la mañana suelo salir del garaje en dirección al trabajo. Habitualmente pongo el piloto automático porque suelo ir más dormido que despierto. Esta mañana -tampoco diré que no ha sido producto de la autosugestión- entre ronquido y ronquido me ha parecido ver la silueta de un Seat Ateca blanco, al fondo de la cuesta, en la calle perpendicular a la mía. Ante la duda he pisado el acelerador hasta el punto que me ha parecido oír como golpeteaban algunas tuercas y tornillos del cigüeñal al salir por mi tubo de escape. He girado a la izquierda, prácticamente sin hacer el stop y veinte metros más adelante ha salido, ni me imagino de dónde, un octogenario con un Patrol que ocupaba todo mi campo visual, y lo que no ocupaba el coche lo ocupaba el humo que salía de su escape. Parecía un calamar. ¡Qué desesperación! ¡Era capaz de ir a tres por hora sin que se le calase! He intentado librarme de él pero estaba compinchado con el camión de la basura que venía en sentido contrario. Total que ha sido suficientemente hábil como para comerse todo el semáforo en rojo, y yo detrás, absolutamente desolado tras este avistamiento interruptus. Total que 20 días, y sigo en dique seco, sin comerme un rosco.![]()